El Gato Negro

Soy por excelencia, pero sobre todo por obligación y desafortunamente por costumbre un URBANITA, un habitante de ciudad grande, de una megalópolis del mundo como lo es Bogotá, que ya debe tener entre 12 o 13 millones de personas y cada día le siguen llegando más . . .

Uno se acostumbra a ver muchas cosas y soportar incomodidades, que parecen estar justificadas y que en comparativa se ven tolerables a otras posibles realidades creadas por el mismo humano en este planeta. Las ciudades parecen ser un tipo de oasis en un mundo hóstil y duro, dónde hay de todo, pero no para todos.

No obstante cuando se toma la desición personal de empezar a salirse del marco de referencia donde te pusieron y ser más consciente de tu entorno, es imposible NO hacerse más sensible a ciertas cosas y a entrar en una constante contradicción con la realidad inmediata, lo correcto, lo obligatorio, lo necesario y lo que realmente se quiere. De repente ves a los demás caminando en las calles convencidos de que "el mundo es verdad" y que las promesas que nos han hecho desde niños son reales y para todos . . . cuando lo cierto es que las personas se conviernten en animales de carreras en una autopista llamada vida, dónde la meta no la logran todos pués esa es la idea, que todos compitan por algo que es para pocos y dónde la regla es una competencia sin ninguna consideración o respeto, pues doña competencia es la reina y es lo único que importa . . .