El Gato Negro

. . . hoy lo sé, me lo dijo un pajarito: Ella se ve fría, pero no lo es. En realidad es muy dulce y tierna, sólo tiene miedo a que la lastimen otra vez. No es que duela el desamor, lo que duele es la imposibilidad de un amor acorde con las promesas, con los ojalas y los vacíos incompletos.

En fin, te espero cuando miremos al cielo de noche: tu allá, yo aquí . . . al otro lado del mar, al otro lado del atlántico, arriba en la montaña, detrás del bosque, al lado de la selva, en el trópico, cerca de mi soledad y lejos de ti, pero sabiendo que más pronto que tarde nos veremos . . . ya que presiento que los vientos me llevaran a tus tierras más allá de mi querido y enterno trópico . . .

. . . pero algunos me dicen que tú y yo no estamos destinados a estar juntos. Y si no lo estamos . . . que se joda el destino, si tal cosa existe, porque haré lo que quiera, donde quiera, siempre y cuando sea contigo!


¡Dedicado al amor desconocido!